viernes, 16 de febrero de 2018

No digas nada


No digas nada...
Déjame mirarte, callado, sereno. Déjame gozarte la sonrisa, emborracharme en tus ojos, y déjame ver, hermoso mío, cómo el sol despierta el vello dorado y amelocotonado de tu espalda.
Paisaje inolvidable el de tu cuerpo. Campo de amapola y trigo, mar en calma, río salvaje. Déjame oler la flor de tu vientre, beber de tu néctar, saborearte. Y deja que me pierda en tu cabello, selvático, enredado y agreste, de plateado bejuco y siniestra sombra.
Déjame comer tu esencia, nutrirme de tu piel y carne, fagocitarte, déjame hacer de tu persona mi sustento, de tu amor, el alivio de mi hambre, de tu pasión, mi postre favorito.
Déjame expirar amándote, agonizar en tu nido, morir en ti, desvanecer en tu misma evanescencia.
Porque sólo siendo sueño, como tú, amado mío, podré seguir teniéndote, después de haberte perdido.

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