jueves, 15 de febrero de 2018

Aranjuez hizo el resto


Chispearon sobre nuestras cabezas, a nuestra llegada, las primeras hojas otoñales de un olmo juguetón, hojas que, a la par, nos hicieron de alfombra. Al amor del sol de mediodía, nos besamos bajo los arcos del Palacio, que majestuosamente nos recibía, mientras el empedrado puso a prueba nuestra aptitud para caminar amándonos y sin mirar al pavimento. No estaba hecho el suelo para amantes.

En la intimidad del refugio, la pasión hizo el resto. 
 
Los jardines nos llamaron tras el balcón, despertándonos dulcemente con el murmullo del río. La tarde prometía más hechizo todavía. Altos castaños y elegantes cipreses se irguieron a nuestro paso para indicarnos el camino al Parterre. Al entrar, porrones pintureros revolotearon nerviosos sobre el agua, avisando a las fuentes de nuestra presencia. Los cisnes, desconfiados, nos miraban de soslayo. El Espinario, al vernos, soltó su herido pie durante un instante y nos regaló una sonrisa. Apolo posó petulante y altanero, para nosotros, y Hércules, respetuoso, bajó su arma. Bako, regordeta y ágil, descendió de su fuente para ofrecernos un trago de bienvenida reclinando su barril, y Venus se contoneó para nuestros ojos. Un pavo real discutía con un grajo, al que finalmente ignoró, sabiéndose ganador. Una ardilla quedó perpleja, viéndonos pasar bajo el plátano que la cobijaba. ¿Sabrán las ardillas qué es un beso?

A lo largo del paseo, el amor hacía el resto. 

Magnolios de brillantes hojas, a falta de floración, albergaban mariposas y presumían igualmente del color. Varios petirrojos, valientes, se acercaron a nuestros pies. El colosal Trinidad se inclinó solemne a saludarnos, mientras los ánades y las ocas estiraban, curiosos, sus cuellos, y el Plátano Mellizo reía por lo bajo, murmurando socarronas su mitad con su mitad.

En los embarcaderos se añoraban las falúas, y el Tajo tarareaba, una y otra vez, el Concierto de Rodrigo, por compensar el silencio.

Saladino nos alimentó en hospitalarios manteles de Damasco y nos llevó al Éufrates en fantasiosa sabiduría .

Y en la magia de la noche, Aranjuez hizo el resto.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario