viernes, 16 de septiembre de 2016

Clandestinidad honrosa


Desde que llegué, ya me marchaba
a cada minuto que pasaba;
los abrazos que íbamos robando
el destino iría disipando.

Bienvenida de la despedida,
brotes de ternura desmedida,
pasiones que la distancia trunca
como siempre, amor, como nunca.

Recuerdo lágrimas de impotencia
caricias y manos temblorosas
vaticinadoras de tu ausencia,

y que fui crisálida llorosa
entregada a tu vehemencia
en la clandestinidad honrosa.






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