Hemos aprendido a superar la ausencia
consumando amor desde la lejanía,
gozando en encubierto galanteo,
destilando cariño día a día;
nutriendo la esperanza con deseo,
y supliendo con palabras la carencia.
Hemos aprendido, en resignada,
a no dar nunca nada por perdido,
a no añorar allende lo posible,
a no aspirar a más que a lo vivido,
a no caer en sueños imposibles,
a no rendirnos nunca en retirada.
Hemos aprendido a controlar la mente;
nos reímos del azar que nos depara,
navegamos por deseos diseñados,
admitimos que la vida nos separa;
y, viajando por futuros inventados
celebramos el pasado y el presente.
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