No es
una tarta empalagosa, pero tiene un sabor muy agradable.
Ingredientes:
Para la
base
12
galletas con chocolate
100
gramos de mantequilla
Para el
relleno
200
gramos de calabaza (puede sustituirse por zanahoria o boniato)
200
gramos de requesón (puede sustituirse por crema de queso o queso fresco)
200
gramos de dulce de membrillo
2
cucharadas soperas de azúcar, y algo más para el gratinado.
tres
vasos de leche (tres cuartos de litro)
tres
sobres de cuajada en polvo
la
cáscara de un limón (quitando la parte blanca)
una
rama de canela
Elaboración:
Primero
vamos con la base. Se trituran las galletas y se mezclan con la mantequilla
hasta hacer una pasta que se unta en el fondo del molde de tarta. Hay quien
recomienda que se funda antes la mantequilla, pero yo prefiero sacarla una hora
antes del refrigerador, y que tome punto de pomada. Meteremos el molde a
enfriar mientras vamos haciendo el relleno.
Vamos a
cocer la calabaza pelada y troceada al vapor. En el agua, ponemos la canela y
la cáscara de limón. Iremos pinchando de vez en cuando para ver si está tierna,
y la reservamos.
NO
tiramos la canela ni las cáscaras.
En una
cazuela, ponemos a hervir dos de los tres vasos de leche, con esas cáscaras que
hemos usado para la calabaza. Mientras tanto, en el otro vaso de leche, fría,
disolvemos los sobres de cuajada. Cuando la leche de la cazuela esté a punto de
hervir, la retiramos del fuego, tiramos (esta vez sí) las cáscaras y la canela,
añadimos la leche fría donde hemos disuelto la cuajada, y ponemos la cazuela de
nuevo al fuego. Cuando vaya a romper a hervir, lo apartamos.
En un
vaso mezclador, ponemos la calabaza, el requesón, el azúcar y el dulce de
membrillo. Poco a poco añadimos le leche caliente, y trituramos. Cuando ya esté
todo bien batido, volcamos en el molde de tarta, sobre la masa de galleta, que
ya estará endurecida.
(Yo he
utilizado otras cantidades porque he hecho dos tartas). Metemos la tarta en la
nevera durante cuatro horas más o menos, o la hacemos en la víspera y la
dejamos enfriando toda la noche.
Una vez
cuajada, espolvoreamos con un poco de azúcar y lo quemamos (como si fuera una
crema catalana, pero sin formar una capa sólida de caramelo, sólo es para
tostar y adornar). Si no tenemos soplete, puede hacerse el el grill o con un
quemador. Enfriamos de nuevo en la nevera hasta la hora de servir.
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