Traje
en mi maleta
un
país entero,
arena
en el fondo,
olor
a maderas,
libros
desgastados,
cromáticas
sedas,
postales
de playa
y
esencias de flores
que
nunca encontrara
en
mi cercana tierra.
Entre
mi equipaje
hubiera
incluido
tu
sonrisa blanca,
tus
ojos de cielo
y tu
piel dorada,
tu
exótico acento,
tus
besos y abrazos,
tus
gratas palabras,
tus
dulces canciones
y
graciosas danzas.
Después
del viaje
vendrían
recuerdos,
añoranzas
varias
de
nuestra aventura,
nostalgias,
anhelos,
madrugadas
rotas,
noches
de desvelo,
espontáneos
versos,
lágrimas
de ausencia,
y
obligado olvido.
Y
las realidades
me
devolverían
costumbres,
rutinas
y
nuevos proyectos,
viejas
amistades
que
me reconfortan
y
frescos designios
que
me ofrecen retos
en
la gris maleta
de
la vida misma.
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