Salen aproximadamente 24 rosquillas.
Ingredientes:
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500 gramos harina de trigo
(sustituible por 375 gramos de harina de arroz)
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3 huevos medianos
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100 gramos de azúcar
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3 cucharadas soperas de anís
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2 cucharadas soperas de anís
en grano (matalaúva)
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Ralladura de una naranja
grande o de dos medianas
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Medio vaso (100 ml) de aceite
suave (semillas, girasol, oliva 0.4, etc)
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2 cucharadas soperas de leche
o de zumo de naranja (opcional)
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10 gramos de levadura química.
Si se usa harina leudante, no es necesaria.
Elaboración:
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Batimos los huevos con el
azúcar dos o tres minutos, hasta que vaya haciéndose una crema.
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Añadimos el anís, el aceite,
la leche o zumo, los granos de anís y la ralladura de naranja.
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Después vamos añadiendo poco a
poco la harina con la levadura, y vamos mezclando.
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Cuando ya se vaya formando una
bola y no podamos mezclar con las varillas (o con el tenedor), la volcamos
sobre una superficie y seguimos amasando a mano, añadiendo la harina. Debe
quedar algo pegajosa pero que sea fácil desprender los dedos.
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La dejamos reposar tapada
durante una hora.
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Formamos pequeñas bolas y hacemos
el agujero con el dedo, y vamos colocando las rosquillas en fila sobre una
bandeja que habremos untado con algo de aceite.
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A mí me gusta hacer un canutillo
de masa entre las manos y unir los vértices; queda una rosquilla más “rústica”
(como las hacían mis antepasadas).
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Se fríen en abundante aceite
que no esté demasiado caliente. Cuando se vea que se hinchan en la sartén, se
les da la vuelta para que se frían por el otro lado.
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Se sacan a escurrir y, aún
calientes, se pasan por azúcar.