La
digestión del olvido ha de ser calma,
masticando y degustando los bocados
del amor destilado desde el alma,
exprimiendo los sabores entregados.
La distancia ha de aumentarse
lentamente
recordando y reviviendo lo gozado,
albergando esos momentos en la
mente,
dando así bello sentido a lo pasado.
Y sonreír, por haberlo conocido
y asimilar lo que no se hizo
viable;
sólo así vale la pena lo sentido.
Y esperar un nuevo amor, en lo
probable
y mirar hacia adelante, rostro erguido
conservando aquella historia
memorable.
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