Fuiste una institución en esta villa
quien algo necesitara, a tí acudía
dispuesto a toda hora, noche y día
cargándote trabajo a la costilla.
Ataviado con esparto, paño y pana
mechero de yesca y cinturón de
cuerda
desde la niñez se te recuerda
cenceño, bajo tu boina de lana.
Leer, ni escribir, ni contar sabías,
ni entendías de intereses o
ambiciones,
rehusaste ayudas y consideraciones:
"¡Ninguna falta me
hacen!", proferías.
Con pan y tocinillo eras dichoso,
mal pagado, todo gesto agradeciste.
Bonachón, mala fe jamás tuviste,
nunca supe de nadie tan generoso.
Cada vecino, sus llaves te confiara,
y con celo custodiaste sus tesoros.
Duerme en paz, querido Telesforo,
hoy te llora todo aquél que te
tratara.
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