“Abril para vivir… Abril para cantar
Abril, flor de la vida al corazón
Abril para sentir… Abril para soñar
Abril, la primavera amaneció”
No pude evitar entonar los acordes
de aquella delicia del gran Carlos, cuando me acerqué a la que un día fuera nuestra casa. Me hallaba, además,
en mitad de Abril, lo que a me traía, a un tiempo, lindos y amargos recuerdos. Te
convertí mentalmente en la alondra de la copla, la alondra que dejaba el dolor para cantar, mas no la luna de Abril
para olvidar.
Entré, y, de primeras creí que quizá no todo estaba
perdido. El olor del hogar persistía y los objetos conservaban su original
ubicación, como si nunca nos hubiéramos marchado. Una vez más, tuve el impulso
de buscarte, llegando a sacar el
teléfono de mi bolsillo, pero me contuve. No era ya momento de abrigar
esperanzas; hacía un invierno que habías decidido dejarme. En efecto y
reiterando, no todo estaba perdido, quedaba lo más importante: Yo mismo.
Me había costado meses aceptarlo. Me
hiciste tan tuyo durante aquellos años, que pensaba que ya no podría ser de
nadie más. La culpa también se obstinaba en realizar su trabajo castigándome
sin compasión. Tan canalla era y es, que siempre albergaré la duda de si no
sería yo, más que tú, quien habría derruido lo que tanto nos costara erigir antaño.
La conciencia es un ajuste de cuentas desconsiderado y constante.
Me dejé, pues, masacrar por ella. Sufrí
mi condena, aislándome del mundo y de las gentes. Me hundí en la soledad y la
desdicha dejándome arrastrar por la amargura hasta tocar fondo, creyéndome,
además, legítimo merecedor de todo ello.
Desgastado por la autodestrucción, y
convencido de que ya no quedaba nada de mí, fui a toparme con mi propio mástil. Hallándose
aquél más férreo de lo que pensaba, lo usé como pilar para alzarme de nuevo. Me
propuse sacar fuerzas para volver a nuestro hogar, intentando no verlo en el presente tal como
fuera en el pasado, y sí como un escenario en el que transcurriera, con sus
venturas y miserias, un capítulo más de mi vida, importante pero no necesario para seguir; mucho menos
para reemprender.
Busqué en la cómoda de nuestro
dormitorio la carpeta con el documento que me era menester, y sin mirar más a
mi alrededor, abandoné la vivienda, cerrando con llave a ultranza, tanto la
puerta, como nuestro pasado.
“Abril para sentir, Abril para soñar
Abril para encontrar un nuevo amor.”