La masa base de esta tarta
está sacada del libro que vino junto a la Thermomix, cuando la compré hace ya
la intemerata de años.
Era una tarta de manzana, que
hice en su día y que agradó mucho, aunque me encontré con que, en casa, seguían
prefiriendo la tarta de manzana (valga la redundancia) clásica, de masa
quebrada y crema pastelera, con las rodajas de reineta colocadas por encima y
cubierta de mermelada de albaricoque.
Pero la masa de aquella receta
tenía un sabor, para mí, delicioso, y no queriendo renunciar a ella, me dispuse
a realizar una variación de la receta.
El resultado, genial. Primero,
porque utilizo, cada vez que hago la tarta, una fruta distinta; un día fresas,
otro día peras, otro día melón, y ayer, por ejemplo, kiwi. También he salido
del brandy de la receta original y he probado con whisky (para la de pera),
jerez dulce (para la de fresas), cava (para la de melón), y para la de kiwi,
que es la que hoy traigo, probé con ron negro, quedando gratamente satisfecha
con todos los resultados.
Al no llevar aquella tarta de
manzana elemento húmedo ninguno (nata o cremas, o chocolate), probé también con
embeberla, al final, (con ayuda de una jeringuilla) en un almíbar hecho con
zumo de naranja, azúcar moreno y una ramita de canela. Quedó tan jugosa, sin
llegar al empalago, que humedecerla ya forma parte del proceso, sea cual sea el
relleno. Renuncié, por tanto, añadirle nada más, ya que me gusta, entre otras
cosas, porque no es la típica tarta sumergida en nata o trufa que, sólo con
verla, ya se empacha uno. Es dulce, se puede también enfriar en verano, pero no
empalaga en exceso, lo que se agradece después de una comida copiosa.
Os invito a probar y variar;
os aseguro que os va a gustar, tanto en cuanto, una vez memorizadas (o
apuntadas) las cantidades, podéis aprovechar frutas de temporada, solas o
mezcladas, buscar licores diferentes, añadir frutos secos, o cualquier elemento
que se os pase por la imaginación.
¡Ah!! Otra cosa que me gustó
de la receta original, y que respeto, es que el licor va en la propia masa, lo
que le aporta su sabor particular, pero dada la cantidad que es (dos cucharadas
para toda la tarta) y que se cuece a 180 grados, creo que los niños pueden
comerla sin ningún peligro.
Vamos a ella. Os dejo los
ingredientes de la de ayer, pero ya sabéis que podéis variar las frutas o el
licor.
Para la tarta:
4 huevos
200 gramos de azúcar
180 gramos de mantequilla
270 gramos de harina
1 sobre de levadura química
(no es necesario se usa harina leudante)
2 kiwis (Esta vez han sido
dorados, pero pueden ser verdes)
2 Cucharadas soperas de ron
negro.
Una pizca de sal
Para el almíbar:
El zumo de dos naranjas
3 cucharadas de azúcar
integral (o blanco, si no tenéis, aunque a mi me gusta más con integral porque
no camufla otros sabores)
Una rama de canela.
En la receta de Thermomix,
como es lógico, se utiliza el robot. Pero yo he hecho la masa con unas varillas
normales y, aunque da algo de trabajo, el resultado también es bueno.
Elaboración:
Calentar el horno a 180
grados, calor superior e inferior.
Pelar y cortar los kiwis en
daditos.
Batir los huevos con el azúcar
hasta que formen una pasta espesa y blanquecina. Ir añadiendo la mantequilla
poco a poco, para que vaya integrándose, y posteriormente, el ron.
Mezclar en seco la harina con
la levadura y la sal, e ir incorporándola a la masa con movimientos
envolventes, sin batir, para que ésta no pierda esponjosidad.
Engrasar con mantequilla un
molde para tarta (como véis, he usado una cazuela baja, que también sirve,
porque las asas que tiene no se queman en el horno, y tienen unos agarradores
de silicona muy útiles).
Volcar la masa sobre el molde,
dando giros para que se extienda bien por todas partes, ya que es muy densa y
tenderá a quedarse en el centro.
Después, dejar caer los
daditos de kiwi sobre la masa, sin mezclarlos con ella. Esto tiene una
explicación estética que después veréis.