Tulipanes estrenaban el día
y galanes de noche se cerraban,
mientras mirlos y zorzales cantaban
impregnando mi jardín de alegría.
El Sol se reponía a la pereza
entusiasta con tan bella acogida
entrando en calorcito en seguida,
enardecido de naturaleza.
Y mi rorro despertaba curioso
siguiendo, con la vista, mariposas,
tendido en su cunita, tan hermoso,
aspirando el aroma de las rosas,
jugando con mi pelo, revoltoso,
rendido a mis caricias amorosas.
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