Compuse este sencillo poema para Mus, que se me fue en agosto de
2015. Fue mi último perro, pero muy especial. La rescatamos con dos años cuando
estaba encerrada en una jaula, en las dependencias de un criador que la había
desahuciado porque no podía procrear. En casa vivió diez años más, aunque nunca
logró perder el miedo al hombre. Eso si, con nosotros fue juguetona y feliz.
Amor de naricilla fría,
de rabito, pata y pelo,
amor fiel, que tanto anhelo,
mi perenne compañía.
Trampolines de mis días,
férreos guardianes del alma,
equilibrio de mi Karma,
compañeros de fatigas.
A todo el que os conociera
sacábais una sonrisa;
en vuestra vida sin prisa
jugábais con lo que fuera.
Me disteis paz, alegría;
en la congoja, templanza,
en el fracaso, esperanza
y en la tristeza, la
vida.
Sincronizar nuestros años
se le olvidó al Creador:
vuestra vejez es dolor,
vuestra pérdida hace
daño.
Mis mascotas, mis tesoros,
Linda, Mummy, Mus y Zar
Mathew, Oye, Thor, Randale:
Os quiero, extraño y lloro.